martes, 16 de junio de 2009

Encuentro Nacional de Carta Abierta 12 y 13 de junio

Profundización de los cambios o restauración conservadora: un dilema para América Latina

El momento es extraordinario: conjuga el despliegue de procesos de transformación con particiones sociales de dolorosa nitidez. En América Latina, la mayoría de los países se debate entre la profundización de los procesos de democratización social y política y la reposición conservadora de principios jerárquicos, estamentales y clasistas en los modos de gobierno. Los procesos son ambiguos y heterogéneos pero dos rasgos son claros: no se gobierna contra lo popular ni contra los movimientos sociales; y la región tiene niveles crecientes -y sin embargo insuficientes- de integración. La Unasur, institución de la política regional, es el testimonio más relevante de esa conjunción. Los destinos de nuestros países están atados no sólo por la tradición cultural o el común pasado colonial, están atados porque la crisis mundial los obliga a acentuar la integración productiva y económica y porque cada uno de los procesos más relevantes que se desarrollan en la región requiere de la confluencia del resto. América Latina no es sólo el nombre de nuestros deseos, es la realidad de nuestros desafíos.
Argentina, en la que han coexistido una tradición popular atinoamericanista y clases dominantes renuentes a pensarse en relación a la pertenencia regional, hoy atraviesa decisiones, discusiones y conflictos políticos y económicos que tienen a su condición latinoamericana como núcleo central. Desde la inadmisible objeción planteada por sectores de la burguesía industrial a la integración de Venezuela al Mercosur, al trato de los migrantes de países limítrofes, se configura un arco de problemas en los que toda decisión es relevante: anuncia alianzas sociales, resuelve modos de integración, define
horizontes políticos. Una forma de la restauración conservadora es, sin dudas, el retroceso de las apuestas a una confluencia inédita entre los países de la región centrada en el respeto a sus decisiones soberanas. En la coyuntura electoral argentina esto es parte del debate, porque el gobierno ha tenido políticas de afianzamiento de las lógicas regionales frente a los intentos de acrecentar el dominio político y económico de los Estados Unidos. La derrota del proyecto del ALCA y la proyectada reacción del Banco del Sur son mojones para un camino de desarrollo propio.
Todo puede parecer insuficiente, incluso serlo en el plano de la reparación y de la equidad, sin embargo sólo la profundización de este proceso y no su conclusión o su debilitamiento permitirá que esas insuficiencias se restañen. Hoy se advierte con preocupación la asimetría entre la importancia de las transformaciones en curso y la debilidad y heterogeneidad de las fuerzas políticas que las sostengan. Preocupación que puede formularse como advertencia respecto de las posibilidades de continuidad y ahondamiento del proceso.
La profundización de los cambios se dirime en el momento electoral. Pero no sólo. Se dirime también en la creación de organizaciones políticas, de activismo militante, de espacios democráticos, capaz de disputar por los principios igualitarios y emancipatorios en las lides electorales, en las instancias legislativas, en las instituciones estatales, en los barrios, en los espacios de trabajo, en los medios de comunicación, en
los ámbitos culturales.
En esa organización de la potencia plebeya se juega, también, el destino de la región.
Carta abierta, con sus palabras y sus asambleas, con su preocupación por nombrar y su voluntarioso compromiso, con su disposición a enlazar ámbitos que parecían condenados al antagonismo o el desconocimiento, con su alistamiento en los conflictos y su temporalidad reflexiva; Carta abierta, con su bagaje, querrá ser parte de ese proceso.

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